La vida parece detenerse un poco mientras dura la lluvia,… pero después resurgirá en todo su esplendor…
Después de esta prolongada sequía… el agua que cae del cielo es casi una bendición…
Dentro de no muchas horas,… cuando anochezca de nuevo,… el croar de muchos millones de sapos y ranas se escuchará como música de fondo apenas comience a dibujarse el misterioso y fantástico paisaje de sombras que constituye la noche palosanteña…
Mientras tanto yo estoy aquí,… viajero del tiempo,… náufrago del infinito,… fugitivo del pasado,… navegante hacia un desconocido futuro,… gaviota que vuela por cielos muy lejanos detrás de vaya a saber que inalcanzables ilusiones y sueños…
Como dijo aquel filósofo chino,… nuestro cuerpo es una casa muy pequeña, pero desde sus ventanas podemos ver, o al menos imaginar, el universo…
A las siete y media de la mañana me desperté,… salí afuera,… vi el barro, la lluvia,… el firmamento nublado… los pájaros acurrucados como con un poco de tristeza… En estos días así,… en Palo Santo casi no se puede salir a ningún lado… Prendí fuego, luego tomé unos mates… y después me puse a pensar tantas cosas…
Ahora ya son casi las once… y todavía el día continúa lluvioso,… el cielo continúa gris… y los pájaros grises continúan acurrucados en el ramaje de los árboles… Un gallo grita no muy lejos de donde yo estoy tomando mate...
Cosas que pasan…
Palo Santo, 10 de octubre de 2.013.-
Ramon Godoy